Bajo's Sindrome
Apretado por 24 horas seguidas de paredes, decidí salir a que me apriete un poco el sol. No sabía que la ciudad se había transformado en una losa radiante. El piso, los autos, los edificios, todo reflejaba y multiplicaba el calor insoportable del sol seco. Tampoco sabía muy bien a dónde iba, me acababa de rapar por unos pesos y quería testear en la calle el nivel de aprobación de mi corte de no pelo. La radiación solar me daba de lleno en el cráneo y nadie se fijaba en cómo las gotitas de transpiración brotaban de mi áspero cuero cabelludo. Para digerir el fracaso del nuevo look, pensaba en un pelado que había conocido dos días antes en una fiesta y que era mi imagen de pelado copado. Con la sensación de que iba a pasar, me lo crucé por la calle. Lo saludé y naturalmente no me reconoció. Aclaré, palabras de simpatía y adiós.
Seguí caminando en bajada -la única forma viable- hasta que me metí en el centro cultural de un banco que sabía gratuito. Ya lo había visitado dos meses atrás y volvía por una certeza: Aire acondicionado.
Sentí un poco de fastidio porque seguían las mismas muestras, aunque había una nueva, en el patio central. Entré a los paneles ahí montados y primero me pareció la exposición de tercer grado de una escuela primaria, o quizás una selección de los mejores dibujos de tercer grado de un distrito escolar.
Trazos temblorosos, dibujos infantiles pero algunos fondos interesantes, con técnica y profundidad. Quizás el patito o la parejita o la casita protagonistas de las pinturas podían ser el dibujo que te muestra un niño cercano y le decís ay qué lindo. Las firmas en general confirmaban la tosquedad del autor. La que más me impresionó fue una que decía en mayúsculas vacilantes "JUAN", así a secas, negro sobre rojo. Pero los fondos eran un trip al vacío, decididamente nada infantiles.
Todos los cuadros estaban tan apelotonados, casi uno encima del otro, como si no importara la individualidad de cada uno sino el hecho de que se estuvieran mostrando en el centro cultural del banco Caja Madrid. Después de prestar atención con muchísimo esfuerzo a unos 8 cuadros, sentí que lo que estaba haciendo ahí era ridículo. No había nadie mirando la exposición y eso me hacía sentir pariente de alguno expositores. Una contradicción entre incomodidad y alivio de soledad que resultaba decididamente perturbadora.
De pronto los cuadros (y la situación) empezaron a agobiarme y salí rápido del cercado, sin mirar más, sólo preocupado por saber qué era esa monstruosidad híbrida que estaba viendo. Yo sabía que no eran ni niños genios, ni niños normales. Cuando por fin pude escapar de ese laberinto de colores y trazos trémulos, pude ver a la entrada el cartel: "Dibujos de artistas con síndrome de down".
2 Comments:
confusión y desolación. No pares, siga-siga. (pare, no siga-no siga)
By Anonymous, at 1:12 PM
Che, te queda hermoso el corte...
By Anonymous, at 12:43 PM
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