Bye Bye Viru Viru
"Don't do that, ya pues" le rezongaba la diminuta coya de jogging rosa a su barrigón hermano mayor. Cuando el sodomita azafato de North American Airlines, The Little Big Airline, se les acercó, los niños, cual perros de Pavlov, segregaron saliva precocacolada. Pero esta vez no era para servirles el séptimo vaso de gaseosa imperial, la que Raphael no toma. El sonriente aeromozo preguntó en protocolar español de fonética "tu viajas con tus papis aquí". Los indiecitos respondieron en risueño inglés que sí. Entonces el afeminado lobo del aire, aliviado, prosiguió el interrogatorio en confortable inglés.
En la fila de asientos de al lado, Mochil-Hero rellenaba el papelito de migración y se preguntaba cuántas veces más tendría que escribir lo mismo. El pisco que compartió la noche anterior con Marcos, un chileno de derechas, y Raphael, un mexicano de izquierdas , en una extraña ficción boliviana cinco estrellas todavía lo aturdía. Su lucha contra el sudoku transcurría en un campo fangoso, alejado de la solvencia que había adquirido cuando cruzó Europa a pie.
Faltaba media hora para que el domador de ripio pisara imperio. En la fila de migraciones esperaba un regordete agente, rubio y sin un diente, que celebraba la llegada de cada argentino con un show de imitación. El oficial del orden sorprendía a los visitantes con su acento porteño y su centimétrico conocimiento de Buenos Aires, que había adquirido en sus años patrullando las calles de Liniers y Morón como soldado de cambio mormón.
Mochil Hero sabía, desde que su inepto asistente le informó que había perdido su avión originario, que se había abierto ante él una nueva dimensión geotemporal en la que todo lo que ocurriera sería producto de la imaginación de un demiurgo trasnochado. El vuelo que no pudo tomar por alucinaciones horarias había llegado a la Florida hacía ya 36 horas. El paréntesis en el que fue alojado en un hotel de primera categoría en Santa Cruz de la Sierra, la cena de los tontos que compartió con otros ocho pasajeros extraviados donde una gorda de pelo corto fumaba y se mofaba del país anfitrión y sus habitantes con altivez de gallina blanca o la precisa lógica boliviana para convertir la cuenta del chileno pelilargo de cuatro dólares en cinco euros sin derecho a discusión habían sido un regalo que se disolvía mientras el vuelo 900 de Lloyd Aéreo Boliviano se alejaba del Aeropuerto Internacional Viru Viru.
3 Comments:
Orgullo
By Anonymous, at 7:39 AM
muy largo viejo, yo estoy acostumbrado a La Razón
By Anonymous, at 9:40 AM
con ver la fotito el concepto está
By kuan, at 9:54 AM
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