Si preguntan por mí
Díganles que me perdí en la mudanza
No está el Secretario, tampoco el Director, los diseñadores rajaron y el programador no vuelve hasta dentro de dos semanas. Pero la oficina no los extraña tanto como a Antonio, probablemente en alguna multitudinaria y sórdida playa de la Bosta Atlántica. Sin mentalistas ni webcams de por medio, es fácil imaginarlo tomando mate en chancletas y chores apolillados, que perdieron su fulgor ochentista tras veinte años de desgaste arenífero. Entre succión y succión, faja a sus pibes por las dudas, mientras corretean a su alrededor pateando colillas, botellas rotas y envoltorios de helado.
Las principales tareas de Antonio, el hosco mastín de la cocina, son: supervisar los resultados del escolazo y la tómbola uruguaya, mantener desintonizada una FM en cualquier estación melódica, saludar a las secretarias que llegan por café para el Sr./Dr./Lic. ..... , vigilar que una pava colosal hierva 24/7 y, sobre todo, controlar que al dispenser de agua nunca le falte el bidón.
Hoy, un oficinista nuevo que buscaba responsables para reemplazar bidón vacío x bidón lleno recorrió en espiral descendente tres niveles de los eslabones jerárquicos hasta que llegó a Marcelo, la última especie de la cadena alimenticia, quien ante el pedido desesperado de agua caliente respondió un prudente "Ah no, eso yo no lo manejo".
Desde este humilde espacio, se denuncia la torpedización de los así conocidos como helados frutales, ya sea el tano Lafrutta, Frutare (jugo de fruta en palito) y el ignoto Slice que se vende en Recoleta.
Todos juntos para que al consumidor no le quiten la r
Consultar el pronóstico del tiempo y resultados deportivos antes de ir a la cocina para cargar el termo.