De nuestros archivos
Mansos campesinos hebreos hinchados a té y calandraca son transportados a la plantación, mientras el sol se eleva más por costumbre que por ganas.
Mansos campesinos hebreos hinchados a té y calandraca son transportados a la plantación, mientras el sol se eleva más por costumbre que por ganas.
La empleada administrativa captura la atención de la oficina como si fuera un oráculo cuando revela las nuevas disposiciones para contratos y contratados. Mis compañeros, a los que beso cada día, abandonan sus salones de chat hipnotizados por el halo que emana la última firma del Secretario.
Mientras me paseo de puerta en puerta buscando un papel cualquiera, el debate se anima y hay quienes proponen complejas ecuaciones que cruzan familia, tickets, antigüedad y vacaciones.
Cuando el oráculo calla, la población se reagrupa en pequeños grupos que susurran especulaciones y reinterpretan el nuevo orden de lo mismo de siempre.
En su pequeño triunfo cotidiano que es marcharse, el oficinista pronuncia su propia maldición con un cordial hasta mañana
Recelo horario, el ritual besamejilla, malos alientos y filet de merluza con puré, los gruesos sabores del mundo oficinista.